miércoles, 2 de junio de 2010

LA MODELO

Hola, me llamo Claudia y soy modelo. No soy una de esas modelos de pasarela. Al menos ya no lo soy desde que la comunidad de Madrid decidió imponer una ridícula norma que decía que hay que estar semi-gorda para poder desfilar. Desgraciadamente ya hace cuatro años que no se me permite subir a una pasarela. Ahora me gano la vida en sesiones fotográficas para revistas de moda y anuncios de televisión.

La semana pasada me telefoneó mi agente y me ofreció un trabajo para un comercial de helados almendrados. El estaba entusiasmado. La tajada que iba a sacar por este curro era mucho más que sustanciosa.

- Está muy bien pagado porque es una campaña para toda Europa. profesionalmente te viene de lujo – me dijo casi cantando.- ¡Claudia, preciosa, esté rodaje te va a proyectar a nivel internacional!

Hoy es el día de rodaje y me he tenido que levantar a las cinco de la mañana. A las seis ha venido a recogerme un chaval de producción. Apenas me ha saludado cuando he entrado en la furgoneta. Le temblaban las manos y olía a ron, o güisqui, o a cualquiera de esos cócteles hipercaloricos. Para mi, que el tipo venia directamente de la discoteca. Hemos llegado a plató a las seis y media y directamente me han metido en el furgón de maquillaje. Me han ofrecido un café con leche y un donut. Al final me he tenido que conformar con un café solo con sacarina. Como de costumbre no tenían leche desnatada. Del donut, por supuesto, he pasado.

Después de la sesión de maquillaje y peluquería me han llevado a vestuario y me han embutido en un disfraz de ninfa Prerrafaelista. Cuando por fin han terminado me he mirado en el espejo. Estaba bellísima. Al salir de la caravana me ha parecido oír un murmullo generalizado por parte del equipo. Por un momento he pensado que me iban a aplaudir.

El rodaje ha empezado a las diez de la mañana. Primero me han hecho sentarme en un decorado ambientado al estilo de un kiosco de música forrado de flores. A continuación alguien se ha acercado a mi y me ha tendido un helado cubierto de chocolate con almendras. Lo he sostenido por el palito con mis impecables manos (justamente ayer fui a rellenarme las uñas de gel y a hacerme una manicura francesa) y me lo he puesto frente a la boca.

CAMARA, AUDIO… Y ACCION.

Entonces me he dispuesto a recitar mi texto:

- Pequeños placeres para mujeres etéreas… - he sonreído de forma sensual y me he quedado quieta esperando el “corten”.

El director se ha acercado a mi sin importarle que la cámara siguiera rodando…

- Muy bien cariño, pero creo que no te has leído el guión…
- Mmmmm, bueno, creo que he dicho bien mi frase… ¿es que tenia que decir algo más?
- No, cielo, tu frase está perfecta, pero justo después tienes que morder el helado y saborearlo.

Me he quedado petrificada. Nadie me había dicho que tuviera que morder el helado, y además también saborearlo. ¿Implica esto que tengo que tragarme el bocado? Yo nunca me he comido un helado, al menos en los últimos diez años no recuerdo haberme comido un helado ni nada que remotamente se le parezca.

- ¿Lo puedo chupar en lugar de morderlo?
- ¿chupar?, no, claro que no, tienes que morderlo, estos helados están rellenos de crema de vainilla y el cliente quiere que quede bien patente. Te queda claro, ¿verdad?

Santo cielo, crema de vainilla, lo que me faltaba. En el único formato que yo consumo chocolate o vainilla es en infusiones. Esta información me la he guardado para mi, ya que por alguna razón he intuido que no iba a ayudar en el buen resultado del rodaje.

Me han retocado un poco el maquillaje, me han traído otro helado y de nuevo la cámara se ha puesto en marcha. Las manos me sudaban ligeramente. Respiré hondo y solté mi frase. Después miré el helado, me lo acerque a la boca y mordí la puntita con mucho cuidado.

- CORTEN!!!!...¿pero que te pasa?, ¿por que pones cara de asco?, solo tienes que darle un buen mordisco.

He balbuceado un “lo siento” que nadie ha escuchado y en un abrir y cerrar de ojos ya me habían colocado un nuevo helado en la mano.

La escena se ha repetido una y otra vez. Me temblaban las manos, tenia ganas de llorar. Quería irme de allí cuanto antes. Todo el mundo me gritaba y los chicos de producción ahogaban sus risas por las esquinas.

Una mujer se ha acercado, me ha tomado del brazo y me ha dicho:

- Cielo, ven conmigo, te vas a tomar un descanso.

Me ha sentado en una silla y me ha hablado de la manera más dulce sobre lo caro que es cada minuto de rodaje, de lo ansiosos que se estaban poniendo los clientes, de mi falta de profesionalidad, de lo decepcionado que estaba todo el mundo… y así durante lo que a mi me han parecido dos mil horas.

La mujer, que se llama Silvia y es la ayudante de dirección, ha abierto su bolso y ha sacado una pastilla diminuta de un blister.

- Tomate esto y deja ya de temblar. Ya veras como ahora todo sale bien.

Me he tomado la pastilla con un vaso de agua. En ese momento hubiera hecho cualquier cosa para que el ambiente se apaciguara, y cuando digo cualquier cosa es cualquier cosa. Todo menos morder ese maldito helado y poner cara de placer al mismo tiempo. Esos dos gestos juntos, para mi, son completamente incompatibles.

A los diez minutos me he sentido flotar en una nube. La boca me salivaba de manera incontrolada y el texto se me había olvidado por completo.

Me he subido de nuevo al kiosco de música y mi sonrisa sensual se había transformado en una sonrisa estúpida, me sentía muy relajada pero al mirarle la cara al director me di cuenta de que algo no andaba bien.
Nada bien.

Me han metido de nuevo en el coche con el chaval que me había llevado hasta allí. Parecía que no se había movido de su asiento en todo el día. Ahora el coche olía a marihuana. Le he preguntado al chico como se llama, tenia ganas de desahogarme. Él ni siquiera ha contestado. Se ha detenido en la puerta de mi casa. Con un gesto me ha indicado que bajara del coche y una vez más ni siquiera se ha despedido. Desconcertada y con una extraña sensación de fracaso he pulsado el botón del ascensor.

Mientras subía ha sonado mi móvil. Al sacarlo me he dado cuenta de que tenia quince llamadas perdidas. Eran de mi agente.

- hola Sergio
- Claudia, por fin… me han llamado del rodaje, ¿se puede saber que ha pasado? – su voz sonaba furiosa, casi gritaba.

No he sabido que responder, simplemente he cortado la llamada. ¿Como explicarle a alguien que mi único crimen es el hecho de que yo no sé comerme un helado?.

lunes, 15 de febrero de 2010

COMO JODERLE LA VIDA A UN MUERTO

Ya han pasado cuatro días. Los cuatro días más felices de mi no vida. Se esta bien aquí, hace fresco. Por primera vez, en mi muerte, siento paz y serenidad. Es cierto que quizá ha sido algo prematura. A los treinta años uno todavía es joven y disfruta de su esposa y de sus hijos. Yo sin embargo no tuve esa oportunidad. La lepra devoró mi cuerpo. Devoró cualquier oportunidad de vivir dignamente o simplemente de vivir como cualquiera. Nunca tuve amigos ni conocí mujer. Ni siquiera la prostituta más miserable dejó que me acercará a ella a menos de diez metros. En este pueblo he sido un excremento, un perro apestado del que todo el mundo huye. Solo mis hermanas se han hecho cargo de mi para que no muriera de hambre y de sed, pero yo ya estaba muerto. Yo fallecí el día en que me encerraron en el establo y me lanzaban la comida a través de una pequeña rendija labrada en la puerta. Ya llevo muerto más de veinte años. No, no es eso, es peor aún, llevo más de veinte años anhelando la muerte. Empecé a desear la muerte el día en que los niños comenzaron a tirarme piedras y las mujeres miraban hacia otro lado para no cruzarse con mi húmeda mirada de leproso. El día que se me negó la oportunidad de ser amado fue el día en el que la futilidad de mi existencia cobró sentido. No puedo decir que les odie, tampoco les tengo rencor… ahora ya no. Simplemente me esta costando un poco olvidar todos lo agravios, las humillaciones, el rechazo de las personas a las que yo en algún momento tanto quise. De perdón ni hablo, perdonar es divino y yo no soy Dios. Ahora estoy aquí, pletórico, tranquilo, redimido al fin. Tumbado sobre esta roca, rodeado de flores blancas que perfuman toda la cueva, puedo oír a los gorriones cantar al alba, el murmullo de un arroyo no muy lejano, el estruendo del silencio que tanto me reconforta. Aleluya, Yahvé es grande y esta paz será eterna.
… Buf, ¿que es esa algarabía? Parece que alguien se acerca… gente llorando y gritando… ¿qué esta pasando ahí afuera?

- LÁZARO!!!! LÁZARO ESCÚCHAME!!!! LAZARO VEN FUERA!!!!

LOS MILAGROS

Ya está, ya le he dado a papá la carta a los reyes Magos. En cuanto la ha leído ha venido a buscarme a mi cuarto, ha abierto la puerta sin llamar y se ha quedado mirándome un buen rato con los ojos humedecidos y la mano temblorosa donde tiritaba mi carta como una mariposa tratando de escapar. Desde el accidente mi padre ya no ha vuelto a ser el mismo. Los médicos le explicaron que el hecho de que yo saliera ilesa había sido un milagro. Yo apenas recuerdo nada… un grito, el frenazo y a mamá saliendo despedida por la luna frontal del coche. Por lo visto cuando los bomberos me sacaron del amasijo de hierros yo estaba inconsciente pero sin embargo fuertemente abrazada a mi conejito Timmy. En el traslado entre la autopista y el hospital, Timmy simplemente desapareció de mi vida, de la misma manera que lo hizo mamá.

- Cariño… -habló mi papá con la voz ahogada – No se si lo reyes Magos van a poder traerte lo que pides en tu carta.
- Pero papi, claro que si, solamente pido una cosa y los reyes pueden hacer realidad cualquier cosa con la ayuda del niño Jesús. Tú siempre me lo has dicho y sinceramente no te creo capaz de mentirme en un cuestión tan importante…

Papá cerro la puerta de mi cuarto sigilosamente y le oí llorar desconsolado encerrado en el cuarto de baño. Quizás él no creyera en la magia de la navidad, en la posibilidad de los milagros. Quizás él no había visto suficientes películas en las que Santa Claus regalaba una vida nueva a gente miserable, u otorgaba nuevas oportunidades a familias totalmente desahuciadas. En fin, yo ya había cumplido con mi parte, ahora solo me quedaba esperar a que los reyes magos cumpliesen con la suya.

Solo faltaba una semana para la noche de reyes. Durante esos días yo estaba muy excitada. Papá, sin embargo parecía extremadamente triste.

Fueron días de mucho ajetreo, visitas a familiares, al camposanto a los abuelos. Papá me arrastraba de aquí para allá como a un fardo.
Yo contaba los días con ansiedad, imaginando el momento en que los reyes magos, atendiendo a mi petición, demostrarían a papá que los milagros existen, que las cosas podrían volver a ser como antes o al menos muy parecidas y que yo no volvería a sentirme tan sola.

Por fin llegó el gran día. Por la mañana papá me llevo a desayunar al VIPS y me dejó pedir tortitas con nata. La camarera era muy simpática y no dejaba de sonreír. Me regalaron un globo color de rosa y papá a cambio le dejo una buena propina. Después fuimos a almorzar a casa de los abuelos con la tía Aurora. Todo el mundo estaba especialmente cariñoso y me pareció que ya intuían el milagro que se iba a producir esa misma noche.

A las seis ya estábamos en primera fila de la cabalgata. La gente se apelotonaba detrás de las barreras de protección y algunos niños lloraban en brazos de sus padres. Me encontré con mi amiga Sandra. Me contó que lo reyes le iban a traer la casa palacio de Barbie. Yo le conté lo que me iban a traer a mi. En ese momento su mamá miró a papá muy fijamente. Papá se despidió rápidamente y me arrastró de nuevo a través de la multitud. Por su cara deduje que el muy imbecil seguía sin tener ni un ápice de fe.

Cuando por fin llegamos al portal de nuestra casa yo apenas podía respirar debido a los nervios. Obligué a papa a subir por la escalera porque el ascensor tardaba demasiado.
Al entrar en el salón pude ver el regalo junto al árbol. Estaba envuelto en un papel lila con flores rojas. Me abalancé sobre él y lo saque de su envoltorio agarrándolo por una oreja.
…Maldita sea, ese no era Timmy. Cierto es que también era un conejo de color azul, tenia los mismos ojos, las mismas orejas, el mismo tamaño, pero desde luego no era Timmy, era su doble, un impostor que se había colado en nuestra casa.

Papá estaba de pie frotándose las manos. Otra vez esos ojos húmedos y una sonrisa acartonada en su cara. Si no hubiera sido papá, hubiera jurado que estaba aterrado. Entre abrió la boca para decir algo, pero yo me adelanté:

- ¿Tu te has pensado que yo soy estúpida??!!!! ¡¡Para una cosa que te pido y tú me haces esto!!!!

Le lancé el peluche a la cara, corrí a mi cuarto y cerré la puerta con toda mi furia. Pude oír a papá llorar como nunca le había oído antes y eso me hizo sentir, con mucha satisfacción, que yo, había ganado.

domingo, 31 de enero de 2010

ALMENDRAS AMARGAS

Cuando era pequeña, a mi hermana y a mi nos encantaba trepar al almendro de mi tía y comernos las almendras, todavía verdes, con esa cascarita esponjosa y blanda y el fruto blanco y pequeño como un piñón tremendamente amargo.
Una tarde mi tía nos sorprendió en plena faena. Se acerco al trote blandiendo una escoba y nos obligó a bajar.

- ¿No os estaríais comiendo las almendras verdes, verdad?
- Mi hermana y yo lo negábamos como si nos fuera la vida en ello.
- Bueno, pues por vuestro bien, espero que no, porque las almendras, si no están maduras, son venenosas y os moriríais sin que nadie pudiera hacer nada para curaros.

Esa noche las dos llorábamos desconsoladas, con las cabecitas debajo de la almohada y limpiándonos los mocos con las sabanas. Esperábamos la muerte resignadas y nos imaginábamos a mi tía cabreada en el funeral y comentándole a mi madre lo malas y mentirosas que habíamos sido.

Al final el sueño venció al llanto y caímos como troncos en los brazos de Morfeo.

Al amanecer nos despertábamos con la luz del sol a través de la ventana y nos dimos cuenta de que esa noche habíamos aprendido una lección muy valiosa. Que las mentiras de los niños son pajaritos sin alas y las mentiras de los adultos pueden llegar a ser águilas carroñeras.

viernes, 11 de diciembre de 2009

El Bromista

Nora recoge los tazones del desayuno. Los mete en el friega platos. Se dispone a hacer las camas. Suena el teléfono.

- ¿Dígame?

Nora cae de rodillas con la cara contraída. Silencio. Al cabo de unos minutos se levanta. Va hasta el salón. Abre la ventana. Salta al vacío los 12 pisos que le separan de la calle.

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Silvia está intentando sintonizar una emisora de radio. Le gusta escuchar las noticias matinales mientras ordena el cuarto de los niños. Suena el teléfono.

- ¿si? ¿diga?

El auricular se resbala de sus manos. El aparato al completo cae estrepitosamente contra el parqué. Camina hacia el dormitorio como en un sueño. Abre el cajón de la mesilla de su esposo. Saca una pistola y se dispara en la boca.

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Amanda se está secando el pelo después de la ducha. Suena el teléfono. Se dirige al recibido y levanta el auricular.

- ¿Hola? … ¿como?... ¿accidente?... no, no perdone, se confunde de número, yo no tengo marido ni tengo hijos.

Gallinaceas.

Desde muy niña mis alas fueron una prioridad. Al principio eran amarillas y tenían un plumón muy suave. Todas las noches madre les ponía suavizante y aceite de almendras para mantenerlas hidratadas.

Mamá tenia alas de pingüino, eran negras, pequeñas y poco atractivas, pero ni mi hermano ni yo heredamos sus alas.
Algunas noches, mientras terminaba de limpiar la cocina y se tomaba un anís de más, lloraba y se lamentaba de su mala suerte, nunca supo lo que es volar. Mi padre, si embargo, tenia unas hermosas alas de gavilán. En su momento fueron magnificas y fuertes, pero con el paso de los años y los excesos se habían deslucido mucho y daban un poco de miedo. Yo supongo que con ellas si podría haber volado, pero nunca lo intentó, el trabajo en el campo era duro y en ocasiones frustrante y el Orujo le había trasformado en un hombre taciturno y malcarado.

Mi hermano Javier había heredado las alas de mi padre. Madre tenia mucha confianza depositada en esas alas y desde pequeño ambos las cuidaron con tesón. A medida que iba creciendo le animaban a ejercitarlas a diario.

Una noche, Javier nos reunió a todos en torno al fogón de la cocina. Se tomo el culo del vaso de anís que mi madre había dejado sobre la pica, se aclaro la voz y anunció:

- Padre, Madre, ya estoy listo para volar. Me voy a Madrid a estudiar arquitectura.
-
Mi madre se limpio las manos en el delantal y le abrazo flojito con sus alas de pingüino. Padre apuro su vaso de orujo y con un temblor en la voz le dijo:
- Hijo, estamos muy orgullosos de ti.
-
Ese mismo día supe que yo no me iba a quedar atrás.
A los 14 años Padre me saco de la escuela, necesitaba a alguien que le ayudará con las vacas, aunque no le importó que asistiera a las clases nocturnas para adultos y terminará mi bachiller siempre y cuando estuviera en pie al alba.
A diario saltaba desde lo alto del granero y movía mis alas muy deprisa hasta que aterrizaba suavemente sobre las montañas de heno.

Por fin llegó el día en que me sentí preparada para volar. Mis pequeñas alas de plumón se habían transformado en unas hermosas alas de color blanco, que aunque no eran tan grandes como las de Javier, eran fuertes y lustrosas. Madre me decía que tenia alas de paloma, que debía sentirme muy agradecida de haber recibido un regalo tan hermoso de la naturaleza.

Tal y como hizo Javier en su día, reuní a mis padres en torno al fogón de la cocina y anuncie:

- Padre, madre, ya estoy preparada para volar, me voy a Madrid a estudiar derecho.

La cocina quedó en silencio durante unos segundos que a mi me parecieron horas.
Mi padre se aproximo a mi en lo que yo pensaba seria un abrazo, me agarro por el pescuezo y me metió en el gallinero.

martes, 3 de noviembre de 2009

DOS VECES LAURA

Cuando Laura murió, Alberto se compró un perro.
Al perro también le llamó Laura, no por homenajear a su esposa, si no para evitar perder la costumbre y que el eco de su nombre se perdiera por las esquinas de la casa.

Aunque sabia que la nueva Laura no sustituiría a la otra en esos quehaceres destinados a una consorte sumisa y resignada, al menos le haría compañía en los años que le quedaban hasta el final de su jubilación. Con esta Laura empezó a salir más a menudo, olvidando el mando a distancia definitivamente en el hueco que queda entre el cojín y el respaldo del sofá.

Con timidez, pero al mismo tiempo con la convicción del que no teme perder su autonomía, Alberto se fue encariñando cada vez más de su nueva compañera. Mano a correa, paseaban por el parque como esos novios que todavía se están conociendo.
Al caer la tarde, ambos se sentaban en la terraza de un café. Alberto leía el periódico mientras Laura observaba embelesada a la gente pasar. De vez en cuando se miraban a los ojos y se sonreían mutuamente con la satisfacción de los que saben que nunca serán abandonados.

Algunas noches alquilaban una película en el videoclub, Alberto abría una buena botella de vino y se acurrucaban en el sofá a esperar que el sueño viniera a buscarles. Mas tarde se despertaban dando un respingo con los títulos de crédito y se iban a la cama, la misma cama que Alberto había compartido con su esposa, pero está vez no había barreras ni trincheras invisibles, esta vez Alberto y Laura dormían abrazados, con las respiraciones acompasadas y el corazón tranquilo.

Cuando su esposa murió, Alberto se compró a Laura y con está nueva Laura se dio una última oportunidad.
Por fin había aprendido a amar.

jueves, 10 de septiembre de 2009

Simplezas.

Es tan simple como esto:
Yo me quedo si tú me dejas,
pero si tú me dejas, me voy.

miércoles, 26 de agosto de 2009

Dicoto-mias.

Ella iba en el metro, sentada justo frente a mi. Una chica de pelo castaño, ralo y mal peinada. El flequillo saltaba a la vista que se lo cortaba ella misma en la penumbra de su casa con unas tijeras mal afiladas. Era joven, muy joven, pero había algo en su gesto que la hacia parecer tremendamente vieja y decadente. Vestía toda de negro, una camisa con un sucedáneo de chorreras y una falda negra abombada en la cadera y mas estrecha a la altura de las rodillas. Ojos pequeños pero saltones del color de las cagarrutas de una rata. Cejas altas y arqueadas, apuntando hacia una frente abombada a los costados. En la nariz una cicatriz horizontal justo entre los dos ojos, probablemente un recuerdo de la infancia. La nariz porcina y ancha en la parte de la punta, justo donde debería ser más fina. La piel de las mejillas marcada por un terrible acne o quizás un derrame de acido sulfúrico. Los labios finos y la boca apretada mientras leía y subrayaba con un bolígrafo su libro. La piel de las piernas estaba ligeramente bronceada y parecía muy suave, la depilación era impecable. Las rodilla redondas apenas se diferenciaban de la pantorrillas regordetas. Los tobillos, sin forma, se unían a unos pies que se parecían demasiado a esos que dibujan los niños pequeños, esos que tienen dedos pero sin embargo no tienen talones. Unas chancletas negras, como no, dejaban ver unas uñas no muy bien cortadas, casi como arrancadas con los dientes. Los dedos meñiques tenían la uña del tamaño de un grano de arroz. Las manos aferradas a su libro, dejaba ver unos dedos regulares, ni muy gruesos ni muy finos, ni muy cortos, ni muy largos. Se podría decir que tenia unas manos bonitas, a no ser por las uñas carcomidas por la ansiedad.
Ella me vio mirando. Yo disimulé. Ella inclino su libro para que yo pudiera ver la portada. En ella una foto de Nietzche en blanco y negro. En el suelo entre sus pies descansaba su bolso, un bolso de tela marrón estampado con caballitos blancos, de él asomaba una botella de agua y lo que parecía un mantel de esos antiguos de algodón con cuadros blancos y rojos .De repente le mire las manos y temblaba… me pareció fascinante pero al mismo tiempo repelente, la mujer más tristisimamente hermosa que había visto en mi vida.

martes, 18 de agosto de 2009

La Felicidad.

La felicidad, pero la de verdad, esa que nos hace temblar,
que nos hace emociarnos hasta las lágrimas, la felicidad que hace
que todo lo demás parezca un chiste de mal gusto,
que la humanidad nos parezca buena y maravillosa,
que la vida tome sentido y nosotros dentro de ella... esa felicidad se encuentra en el fondo,
pero muy, muy, muy en el fondo de un pozo... lleno de mierda.

sábado, 25 de julio de 2009

Pandemias

La locura es endémica.
la soledad también.

martes, 21 de julio de 2009

Sabiduria popular

Un animal es el hombre que tropieza una y otra vez con la misma piedra... o algo parecido.

domingo, 5 de julio de 2009

Goma de pintar

Hay algunas mujeres
que cuando se pintan los labios
se borran la boca.

lunes, 25 de mayo de 2009

Algunos.

Hay algunos hombres,
que en su afán por masculinizarse
terminan por deshumanizarse.

martes, 12 de mayo de 2009

El presente es brevísimo,
pero sin embargo es.

Primeros auxilios.

Cuando a una mujer le aprieta demasiado la alianza de casada,
si es necesario habrá que amputar el dedo.

Alunizaje.

Un pequeño paso para el hombre
y un gran paso para una hormiguita.

viernes, 8 de mayo de 2009

Autoengaños.

El miedo a la soledad nos puede cegar hasta tal punto
que lo que es pura indiferencia puede parecer un amor apasionado.

Decisiones I

Entre un cesión y una concesión,
me quedo contigo.

miércoles, 6 de mayo de 2009

Insomnio.

Son las dos de la mañana y me apetece dormir, pero no puedo.
Son las dos de la mañana y me apetece llamarte, pero no debo.
Son las dos de la mañana y me apetece estar contigo, pero no quiero.
Son tantas las cosas que me apetecen...
Pero el boicot es feroz.

lunes, 4 de mayo de 2009

L.A.

Todos tenemos alas,
pero no a todos nos enseñan a volar.

domingo, 3 de mayo de 2009

Luchas de poder.

En un debate entre la ternura y el rencor
siempre gana la ternura pero prevalece
el rencor.

sábado, 2 de mayo de 2009

In memoriam.

Ya no será...
Ya no será,
ya no viviremos juntos, no criaré a tu hijo
no coseré tu ropa, no te tendré de noche
no te besaré al irme, nunca sabrás quien fui
por qué me amaron otros.

No llegaré a saber por qué ni cómo, nunca
ni si era de verdad lo que dijiste que era,
ni quién fuiste, ni qué fui para ti
ni cómo hubiera sido vivir juntos,
querernos, esperarnos, estar.

Ya no soy más que yo para siempre y tú
Ya no serás para mí más que tú.
Ya no estás en un día futuro
no sabré dónde vives, con quién
ni si te acuerdas.

No me abrazarás nunca como esa noche, nunca.
No volveré a tocarte. No te veré morir.

Idea Vilariño


Zafarrancho.

Antes pensaba que mi vida estaba de vacaciones y que un día volvería y me retomaría y otra vez me pasarían cosas bonitas que me harían ilusionarme, que mi vida dejaría esa infinita excedencia fisiológica y volvería a incorporarse a su puesto de trabajo. Ahora tengo la sensación que como ya me he hecho mayor me han confesado la verdad. Mi vida esta en la cárcel y le ha caído la perpetua.

viernes, 1 de mayo de 2009

Pornografía

No deja de fascinarme la pornografía de los viajes.
Existen rincones cuya belleza es totalmente indecente.

Scafolding

Las mujeres que salen con tipos duros
son autenticas excavadoras en busca de la ternura.

jueves, 30 de abril de 2009

La Mentirosa.

Fue en nuestra cuarta cita. Volvíamos de un concierto y me acompaño hasta el portal.
Al despedirnos me dio el primer beso. Le miré muy seria y le dije:

- Eres mago y haces magia, pero tú no lo sabes.

El sonrió.

- Mentirosa.

Hicieron falta quince meses para demostrar que ninguno de los dos estaba en lo cierto.

Una Mentira.

Ya no te quiero.